martes, 25 de octubre de 2011

Estancado en la mitad de siempre


Querida Ana:

Yo no sé qué hacer. Sé qué debería hacer. No sé si hacer. No me nace hacer.  ¿Qué hago?
Estos meses había tenido ganas de escribirte una carta compartiendo mis penas, porque suelo hacerlo contigo y con un número cada vez menor de personas, como unas dos o tres que pronto serán una o dos y algún día nadie. Comparto mi pena mientras puedo, porque es de ese tipo de cosas que quiero compartir a ese tipo de personas que tal vez me escucharán, serán condescendientes y me dirán; “ánimo”. Pero luego esas mismas personas con el tiempo se cansan de escuchar, me echan en cara que debería hacer algo por mi mediocridad y luego ya no les interesa. No debería de ser así, pero…

No me siento bien, pero es como si ya me hubiera acostumbrado. Como si fuera parte de ser yo. Es como aprender a vivir con un tic, con una enfermedad rara. Lo haces parte de tu personalidad, de la manera en que el mundo te trata. Es curioso y hay miles de cosas peores en este mundo que me podrían suceder antes de morir, pero a veces el orden de prioridades es demasiado caprichoso.

No me organizo. No hay un sistema funcional en mi vida. Juego a evadir responsabilidades con un precio demasiado alto. No he podido responsabilizarme de mi propio cuerpo, de mi propio trabajo, de obligaciones disfrutables, de nada productivo hacia mi propia persona. Y paradójicamente, el nicho familiar-escolar-social en el que me encuentro me protege de mí mismo y las consecuencias de mis actos, por un tiempo. ¿Hasta cuándo? ¿Cuánto más puedo caminar al borde de un precipicio sin caer?  ¿Necesito necesariamente caer y ser arrancado de mi pedestal en mi familia, en el círculo de mis estimados?

Pensé que una relación estable me ayudaría a percatarme de mi situación y haría algo que me ayudara a mejorar… pero no es tanto así. No fue esa situación catártica que re-acomodaría mi vida. Incluso hago correr el riesgo a esa otra persona de quedar atrapada en ese juego. Pero gracias a lo que sea, o a mis ganas de no dañar a terceros por mis errores, no ha ocurrido aún. Me hace pensar que aún puedo dirigir el rumbo de un par de cosas en mi mundo.

Pensé muchas cosas que quizá ayudarían; la edad, la familia, hacer cosas que me gustan, el status quo, las ganas de cambiar. No sé qué tan superficiales puedan ser cada una de esas razones. O qué tan profundas. Solo sé que no he cambiado mucho desde que era adolescente. Y eso no me gusta, pero tampoco me desanima. Me deja igual.

Sé que pertenezco a algún lugar. Sé que hay gente que me estima, que incluso me ama. Es hermoso saberlo. Me mantiene tranquilo, vivo. Pero no sé que tanto me pueda llegar a querer yo mismo. Cuando digo, quiero mejorar no sé qué tan sincera sea esa intención. Es como si hubiera perdido comunicación con lo que sé sobre mí mismo. No soy consciente sobre qué me motiva, sobre qué necesito. No me entiendo. Como escribí en un cuento una ocasión; descorazonado yo, subo el volumen del ruido que me distrae; me miro en el espejo, sufro, palpo mi pecho, descorazonado… Ya antes había recorrido este camino. Ya todos han recorrido estos caminos. Y volvemos a esa senda camino a la auto-inmolación. Pero desde la primera vez que se recorre esta senda, uno deja avisos, notas de advertencia al lado del camino. Algo debo, debemos, deben, de hacer. Y aunque no sé qué, debo de recordar que hay que seguir intentando. De parar a recordar, realmente parar y poner orden.

Sigo creyendo desde hace tiempo que sabemos, en el fondo, quienes somos, qué es lo que queremos. Qué nos mueve. Creo que existe un camino a esa fuente de nuestros deseos. Pero antes hay que descubrir esa otra fuente del auto-control, de la llamada fuerza de voluntad. ¿Pero qué pasaría si ambas fuentes son la misma? ¿De dónde tomaría uno la fuerza para descubrirse de nuevo, para agarrarle el sabor a las cosas? ¿Afuera? … hay que recordar. Hay que recordar cómo se hacía. Quizá funcione, ¿No, Ana? Quizá. Sé que es un mito pero los prospectos a psicólogos somos una cosa seria. De verdad.

Ojalá tú estés bien. Ojalá puedas estar mejor. Gracias en todo caso por leer. Ha sido un ejercicio bastante curioso esto de escribirte. Un día te escribiré una carta sobre cosas más agradables. Sobre cosas que valgan la pena disfrutar. Algo un poco menos de sufrimiento y mucho más divertido. Pero primero hay que cambiar un par de cosas. Ojalá suceda.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Oh, sólo pasaba por aquí

Y quise presentarme de nuevo.

Soy un muchacho que se sentía escritor. Un joven adulto que perdió su chispa de escritor. No poeta, no novelista, no ensayista, no terror ni pánico; perdió su chispa de escritor.

México-residente con visa americana a punto de expirar.

Me gusta la futilidad de lo bonito, lo chic, lo glam. Amo el "pop" de nuestros días y disfruto del desinterés que demuestra la gente por entender el mundo del prójimo. Yo de chico quería ser un artista que se amoldara al presente y a lo que la psicología-filosofía-arte llama post-modernismo de manera tan rimbombante.

Encuentro, debido a lo anterior, delicioso el que la gente cree en infiernos y paraísos configurados de manera excesivamente creativa sólo en sus mentes (no disponible ni en su misma realidad) y que yo tenga que tratar de descifrarlos. O de manera menos ambiciosa, sólo imaginarlos. Por eso estudio psicología. Pero antes amaba escribir esos atentados a los reinos imaginarios. Des-escribirlos. Oh... nunca fui muy bueno, pero algunos lo creen aun. Pero la verdad es que soy una promesa no cumplida.

Es como cuando te dicen que eres bueno para un deporte y lo juegas con todo tu empeño, esperando algún día ser seleccionado por tu país, tu región, tu ciudad para ser representante en la disciplina. Y nada mas nunca llega ese momento.

Pero llegó un día en que dí cuenta de que ya estaba cansado de eso. De ser cómodamente la victima ideal de un destino cruel que no quiso apreciar mi talento y decidí, de manera simple, intentar volver al viejo sueño de escribir y hacerlo bien, lindo lindo. Así que buscaremos la manera, buscaremos sí.

Soy esa clase de muchacho que se sentía escritor. Uno que ha decidido volver a buscar su chispa.

martes, 11 de mayo de 2010

WTF!

Y esta vez los labios se ven muy bien, se sienten mejor. La voz en un hilo suave, el aliento fresco y dulce de limón.  Los lentes y los ojos que se asoman tras de ellos juegan con algo muy peligroso. Las manos se encuentran en un juego increíblemente fluido. Van por donde no, por donde sí. Ese cuerpo se alista, su corazón vibra a la par de la piel. ¿Qué pasará después? Después tus labios me van muy bien, nos besamos mejor. Tu voz se enreda en mi mente, ella se va en tu aliento fresco y dulce sabor labial cereza. Los lentes enmarcan el avellana de tus ojos, los que se deslizan por mi rostro y se detienen al par de los míos, juegas a que me hipnotizas. Tus manos con las mías, mis manos sobre tu piel, rozando tus labios, recorriendo la línea de tu espalda, van por buen camino ¿no? Tu corazón vibra con tu cuerpo, se siente mejor.  Después… nuestros labios combinan. Tu par encaja como si hubiera sido hecho a la par del mío. Tu voz se diluye en mis oídos, nuestra respiración es una sola al ritmo de tu corazón.  Mis ojos son tuyos y disfruto eso, porque se van con los tuyos a donde sea… Tu piel es tersa, fresca y deliciosa. Eres espectacular. Mi imaginación fluye adonde estás tú.  Y me encanta recordar esto una y otra vez. Y esta vez los labios se ven muy bien, se sienten mejor. La voz en un hilo suave…




domingo, 2 de mayo de 2010

Carta para una chica, una que nunca entregué



Una canción de Hello Seahorse! dice;

“No tengo voz para decirlo. Por eso vengo y te lo escribo”  

Se llama “Bestia”. Mi canción favorita de hace un mes.

En un mundo paralelo del cual tú no tenías noticia, eras la novedad de mis martes y jueves y lo que esperaba todos los días de la semana. Cuando despertaba estos últimos meses enumeraba las razones por las cuales tendría que ir a hacer las cosas que debería de; no decepcionar a mis padres, conocer nuevos lugares, gente y datos de los que yo no tenía idea. También por querer verte leer un rato. Que me restaras puntos y sentir que mis vicios se hacían pequeñitos cuando estaba ante ti. Procurar no fumar cerca de donde andabas. Quería verte reír, porque siempre ha sido algo interesantísimo. Quería tratar de descifrarte. Des-encriptar  a mi conveniencia la manera en que me veías. Disfrutar de los  pocos ratos en que estábamos a solas, aún en completo silencio.  Tú, la siempre abstraída.

Mis amigos me reclamaban que pasaba mucho tiempo contigo. Incluso no les agradabas mucho a un par de ellos.  Y a pesar de eso, a mí los días se me hacían particularmente cortos.  Buscaba canciones que hablaran de ti y las ponía de despertador; las escuchaba en la tarde y en la noche. Leía cuentitos cursilones, conocí nuevas formas de fotografía evocativa, leí cosas de las que pensé que podría hablar contigo si se prestara la oportunidad, lugares que visitar, pensé en un viaje no tan lejano ni planeado que hacer y convencerte de hacerlo aunque no te dieran permiso (sólo por salir y aventurarse)

Quería encontrar un nuevo modo de disfrutar las cosas, tomar un nuevo y refrescante sabor de soda-mágica-musical sin marca registrada. Me gustaba pensar en las cosas que tú podrías estar o no pensando. En la cantidad de libros que leerías en un mes y admirar todo lo que haces en un solo día y lograr sonreír al día siguiente. Me sorprendía la manera en que analizas las palabras, los gestos de la gente.  Cómo es que a ratos te paras a interpretar hábilmente el mundo a palabras, o a veces lo parafraseas. Me deleitaba lo bella y elegante que eres incluso sin proponértelo conscientemente, de cómo lo acentúas con tu mirada terriblemente profunda, incluso disfrutaba de las veces que te escuchaba tararear una melodía vagamente, de lo humana que seguías siendo y ser feliz al saberlo. Por mi parte trataba de ser galante de vez en vez. Hasta me hice al habito de lavarme el cabello a diario (es lindo y hasta saludable) Logré dejar ciertas malas  y destructivas memorias que ya no me servían  de nada (aunque es verdad que quizá no las peores manías), lo cual logró que replanteara incluso mi inspiración literaria. Algo de mérito tiene tu influencia en varias formas. De hecho me siento mucho más vivo que hace medio año, más o menos el tiempo en que te volví a encontrar.  Yo buscaba situaciones-extranjeros-paisajes para compartir contigo, un nuevo brillo. Porque me temo que ingenuamente me estaba enamorando de verdad. Vivía en esa burbuja tan linda y frágil, tan irreal a la vez. Con la certeza de que no lo imaginabas. Con la esperanza de que sí. Ni tú me desmentiste y ni yo te dije nada.

Pero esta no es una carta de amor, aunque no quería quedarme con las ganas y tener que callar para siempre esto que sucedía en mis días.  Sabía, pero no me interesaba,  que llegaría el punto del desengaño. Era genial vivir esos días ignorando las señales de cuando te incomodaba con mis torpes frases, de las poco apropiadas insinuaciones. Supongo que no quisiste verlas. O quizá crees que no soy sincero. Pero, como dato innecesariamente explicativo, hace tiempo que no miento en cosas así.

Y luego un día te vi con tu novio. Y aunque eso no significara nada, pude observar tu mirada hacia él. Sentirla y repasarla. También la reciprocidad de la misma. Y fue explícito. Quisiera decir que sospechaba eso, que era obvio en los días anteriores parecías inusualmente distraída. Pero no fue así, para mi desilusión.

Quizá eso siga para ti sin ser suficiente para que sepas porqué me porté tan seco estos días, algo que justifique mis acciones.  Tal vez sean demasiado egoístas, pero después de todo, a veces uno comete errores de este tipo.

En verdad lo siento. Lamento que esto haya afectado mi relación contigo estos días y que me cueste un poquito  tratarte igual que como siempre durante un tiempo.  Fui estúpido  al no pensar que esto me podría suceder.

Pero no te voy a pedir perdón personalmente, porque  aunque yo solito fui a herir (en tu honor) mi corazón y  orgullo, solo me queda hacerme el terco para no ceder ante algo que a mi parecer, no necesito explicar más ahora.  

Pasó tiempo y ha sido el suficiente para mí, tanto así como escribir esto sin esperar que lo leas. Y si lo llegas a hacer, que lo creas ya es cosa muy tuya.  En ocasiones las cosas que vemos se convierten en paisajes engañosos, en situaciones sin sentido que adquieren el mismo sólo por terquedad propia de uno mismo, es como cuando buscamos agua en el desierto y creemos verla. (Y si uno no para un momento a sacudir la cabeza con las manos, se muere.  Con todo y sus ilusiones)

Aunque…

De verdad agradezco al destino que esta situación haya sucedido.  Digamos que me ayudó tanto como descubrir la hipnosis, a aprender  y re-aprender ciertos aspectos arduos de la vida. De alguna u otra forma me sigues enseñando cosas importantes, de esas que uno aprende en treinta segundos.


Por demás…

Ciao Bella! 

lunes, 15 de marzo de 2010

TrastornoGrado
ParanoideBAJO
EsquizoideBAJO
EsquizotipicoBAJO
HistrionicoMODERADO
AntisocialALTO
NarcisistaALTO
LimiteMODERADO
ObsesivoBAJO
DependienteMODERADO
EvitadorBAJO

Test de trastorno de la personalidad

miércoles, 3 de marzo de 2010

Mi perspectiva de características sistémicas generales en el abordaje terapéutico de los problemas.

Atención, el siguiente texto es aburrido y supuestamente científico, nada que ver con lo que habitualmente hago.



Las personas como sistemas estamos sujetas a cambios emocionales frecuentemente, no podemos mantener una estática total en ese ámbito. Sin embargo dichos cambios tienen diversas magnitudes de afectación en nuestro equilibrio cotidiano y general en la utilización cibernética de la información que acoplamos a nuestro organismo. Varían el nivel de desgaste o regeneración, pudiendo ser apenas momentáneas o  llegando a niveles de severos trastornos psicosomáticos; son simples o complejos.  Estas afectaciones suelen ser cíclicas, tienden a la circularidad, sin embargo pueden causar variaciones a posterioridad en  la producción de la autopoiesis de los individuos. Éstos pueden ser desde un cambio de apariencia externa, adquisición de compromisos, trastornos emocionales; características personales internos o externas. Tomando en cuenta que uno de los objetivos como psicólogo es propiciar un equilibrio sano en nuestros consultantes, es de suma importancia entender los procesos sistémicos para la consecución de esa meta.  

Para ejemplificar dichos procesos tomaremos el hipotético caso de la baja autoestima. Esta es resultado del trastorno al sujeto por parte de un variable número de factores, ya sean desencadenantes o sintomáticos del proceso, estos actuando como reforzadores de dicho cuadro. Este proceso de retroalimentación podría considerarse positiva, pues propicia un cambio en el sistema hasta el punto límite donde se manifiesta una depresión psicosomática, es el momento cuando el sujeto cierra el paso e ingresa en una retroalimentación negativa, confundido sobre qué tipo de pensamientos y actitudes podrían ser funcionales en la compensación . Nuestro interés se centra en la asistencia en la retroalimentación compensatoria en este “sistema abierto” que es el individuo  para lograr una homeostasis saludable.

Siguiendo un proceso ideal de compensación, al intervenir con el sujeto debemos de reflexionar antes sobre las funcionesque corresponderían pertinentes  al mismo en un contexto de posible equilibrio. Debemos preguntarnos;  ¿Cuáles conductas podrían considerarse desgastantes y con qué estrategias compensatorias podríamos sustituir las mismas? El marco de referencia lo obtendríamos al verificar y analizar amplia y cuidadosamente el funcionamiento del sujeto, ya sea entrevistando e investigando al mismo  o a los próximos a su entorno,  o sea indagando sobre él en el sistema externo al que pertenece y sus características cibernéticas. El paradigma de los sistemas, recordemos, es que cualquiera pertenece y es variable dentro de otro más amplio. Así, todos nosotros estamos afiliados a otros sistemas; ya sea a una familia, círculos de amistades, compañeros de labor, compatriotas, etc.  De ese modo comparativo obtenemos qué rasgos y actitudes pueden ser las más apropiadas para lograr un estado de homeostasis y una autopoiesis beneficiosa, enfatizando la optimización de esta última.
Posteriormente tendremos que lograr descifrar el código cibernético del usuario, al menos lo suficiente para desencadenar una vuelta del mismo al estado de retroalimentación positiva, siendo cautelosos en qué tipo de cambios propiciaremos en conjunto. Por ejemplo, una actitud de fomento hacia los actos de responsabilidad en la higiene y salud personal, sugerir e inducir actitudes de seguridad y confianza en sí mismo, apertura hacia las opiniones y presiones de externos e interpretaciones propositivas de las mismas, confrontación de los actos pasados, presentes y futuros y la aceptación de los mismos. Las herramientas con las que contamos como psicólogos son amplísimas y muy diversas en usos y enfoques. No todas son conscientes o fueron diseñadas en referencia al enfoque sistémico, aunque pueden ser útiles para lograr acoplarlas en el proceso compensatorio-sinérgico de la persona y así lograr un aparente avance homeostático en la autopoiesis. Lo cual teóricamente lograría el cambio de estado depresivo a una autoestima equilibrada o quizá más elevada.

Me gustaría remarcar que esta breve inducción al proceso terapéutico contiene en sí una cadena de procesos complejos, los cuales no podrían describirse a detalle en este escrito. 

martes, 25 de agosto de 2009

Capítulo XIII: Nothing In My Way

Esta noche debe de ocurrir.
Descorazonada Amy. Sube el volumen. Observa su desnudes en el espejo. Sufre. Palpa su pecho. Descorazonada. Quiere creer en verdad que nada late, que nada alrededor de ella merece hacerlo latir. Fue declarada inepta esta tarde. O al menos eso dijeron los resultados de una prueba general de aptitudes. Y no le impresionó. No cree saber qué es lo siente sobre eso, ya no espera saberlo, aunque pienso que ella está aterrorizada. Lo sé, teme varias cosas; las cinco de la mañana, al aire helado en las calles apenas iluminadas, a ya no tener apetito, de no disfrutar del sabor de la sal, del azúcar, de los cuerpos, de su juventud, de nada. Abrasa el pavor a sus días grises. Y no vale la pena gritar. No tiene nada, ni le falta. Ella de alguna manera lo intuye, porque esa era la única prueba tangible que le faltaba para saber que esta noche observa a una criatura desde hace tiempo miserablemente mundana frente al espejo. Que está viendo a ese ser sin brillo esperando que suficiente agua tibia llene la tina, que la mayor cantidad de esa canción tape sus oídos. Creo que Amy ahora escondería las lágrimas tapando su rostro con insuficientes manos. Pero ella ya no sabe llorar. Declarada inepta, inepta. Se observa en el tocador, su inhábil cuerpo, su mortecina piel. Y aunque la música golpea cada rinconcito de sus oídos (cada guitarra, cada tono) ella sigue inmersa en su vanidad, en la intrascendencia que resulta su existencia. La conozco.
Y ella en ese instante me ha olvidado. Amy está inmersa en la abstracción de su inutilidad. Nada más existe entre el espejo y la tina que recibe su cuerpo, el agua desplazada. Los resultados de la prueba lo han decidido; ella está rota, no sirve. El baño tibio reconforta sus defectos. Amy cree ahora que no es especial, que realmente nunca lo es ¿Qué cosa podría serlo? Hasta un diamante no es más que un maldito pedazo de carbón. Y de ese hay mucho. Gente feliz, gente triste; fracasados y triunfadores, mientras piense en ellos en plural no hay nada ni nadie especial. No quiere creer que las personas que aprobaron esa estúpida prueba sean tan distintas. Nada brilla en su oscuridad. Sólo esta ella y cada centímetro de su ser irrelevante, perfectamente prescindible. Cree que nadie la extrañaría, nadie sabe lo que hace. Está sola y ni siquiera recuerda que existo. Es ella y su lozana belleza, vulgar y efímera. Creo que debería pensar en mí. Aunque sea sólo mi nombre en un fragmento. En vez de eso, deja flotar su cuerpo en la gran tina, lo deja hundirse. Toda ella se sumerge en el agua. Toda ella piensa en no volver a salir de ahí.
Amy tiene alma. Una interesante. Pero ella no lo sabe. El componente suena aún la música muy fuerte. El baño del departamento retumba. Es mi canción. Algo que escribí e hice con mi banda. Me halaga que inconsciente Amy se esté ahogando con mi música de fondo y me asombra la pasividad con la que simplemente se muere. Con un poco más de atención a su apariencia, ella tendría verdaderamente un lindo cuerpo. Aunque de esas hay muchas, la que miro se sabe inepta mientras pierde la consciencia, con los ojos oscuros y apenas abiertos, con gesto genialmente neutro para la ocasión; no muy bello, no desagradable. Creemos que nada especial.
Me pregunto si mientras esto sucede, el agua filtrará el sonido como para que mi canción aún pueda llegar a Amy. Como para que finalmente lo último en que esté pensando sea en mi canción. Considero que trabajé mucho en ella, que es perfecta para la situación, deseo saber si logra captar algo.
Allí en el fondo donde crea y siente, está la verdad. De quién es, a dónde pertenece. Sé que para Amy es difícil reconocer, imposible llegar al pozo. Confunde los usos de sus días, se emplasta en el hábitat monótono. Pierde su rostro, ni siquiera lo sabe o no parece importarle. Pasa los sucesos destiñendo colores, pudriendo su visión. Y es cuando llegó al espejo. Y lo vio sofocante y tan claro. Lo evita y con la paz ansiosa busca la salida entre los barrotes de la jaula, el lugar donde dejó su cara y el alma escurre donde la música nace, el camino a casa, su verdadera voz. Ella no lo sabe pero podría ocurrir ese milagro. Algo que suceda y la haga encontrar el viejo camino en medio del bosque muerto. Un momento de claridad en medio de tanto destello. Cuestión de casualidades; caer en el sueño correcto y despertar en medio del tornado volviendo a nunca jamás. Saber en dónde despertamos, creer fervientemente ¿pero qué?
Sujetos dramáticamente a la física, a veces hasta en nuestras pesadillas. Alguna vez leí “los cuerpos cuya densidad relativa es menor que la unidad, flotan en el agua”. Por mucho que Amy quiera permanecer en el fondo y semiconsciente, no tiene fuerza para mantenerse bajo el agua. Quizá guardó aire en los pulmones antes de hundirse. Sale de en un salto, tose, probablemente le duela. Se siente mal, muy agitada, trata de normalizar su aliento. Cubre su rostro con sus manos. Si lo pudiera ver, tal vez lo notaría algo cambiado. Amy sonrió.
No logra cerrar los ojos acostada en esa cama. Mantiene esa sonrisa diabólica de iluminada para ella misma. No deja de pensar y tratar de resentir lo que le sucedió durante la ducha. Cuando estuvo debajo del agua algo la mordió, la tocó. Entró por sus oídos y dulcemente la enveneno. Si ella hubiera querido matarse existirían métodos más fáciles. Una variedad perturbadora en la que Amy podría pasar bastante rato pensando pero que no hace ahora que tiene esta sensación de vértigo controlable. Algo que le pasó al borde de la asfixia. La escucharías tararear vagamente una canción si estuviéramos a su lado ahora. Un par de horas después dormirá un poco. Desde este punto ya no puedo sentir a Amy igual.
Probablemente no haya cambiado mucho estos días. Sin embargo puedo notar que sonríe más seguido. Pasa un poco más de tiempo maquillándose y eligiendo la ropa que usa. Supe que reintentaría la prueba de aptitudes al siguiente año. Compró un caballete, marcos, lienzos, pinturas, pinceles. Pasa mucho tiempo con un par de amigas. Sale a correr por las mañanas, muy temprano. Escucha más música y sigue poniendo mi canción. Algo sucede que ya no soy capaz de saberlo desde aquella noche en el baño. O es acaso que esté tratando de negarse a sí misma el miedo que sentía. O tal vez en realidad... Está distinta a aquella Amy agonizante.
Es fácil caer en el terreno de la especulación y los “tal vez”. Así que “tal vez” Amy es libre y lo comienzo a creer. Tal vez crea en los sucesos inesperados y saboree los sonidos y escuche los sabores. Quizá pinta esas notas y escribe paisajes de electro/colores. Probablemente descubra caminos inesperados en las pálidas calles que siempre caminaba. Tal vez sabe lo que vendrá y quiere verlo llegar. Tal vez descubrió que ella es la única dueña de sus infinitas probabilidades de ser aire. Quizá sabe algo que deseo saber.
Pero no lo sé.
Esta noche va a suceder. Vendrá a verme tocar. Llamó a sus amigas y quedaron de venir al concierto en el que tocaré. Amy lucirá feliz. Sé que está aquí en el auditorio. Tanto ella como yo esperamos el momento. Quizá sea yo el que más quiere conocerla. Es que…
Nunca he entendido qué es lo que hago. Traje a toda esta gente a verme aquí arriba. Yo aquí preparado para iniciar el concierto y no tengo más que una muy pequeña idea de qué es lo que rasparán las cuerdas de esta guitarra. Aún no sé qué es lo que grazno en cada canción, qué es lo que les gusta a estos chicos de mí música ¿Porqué están aquí? Empiezo y mientras lo hago sé que yo hice estas letras. Compuse los acordes. Armonicé y sonó genial. No niego que me guste. Pero creé a un monstruo que no conozco, nunca llegué al pozo por él. Ingenuo yo. Sólo apareció en mi cabeza y lo extirpé, lo escribí en pentagrama, le inventé rimas y lo hice andar. Pero no estaba en el fondo ¿Me entiendes? No llegué a ese lugar en donde está Amy. Ella lo hizo. Tiene mi alma escurriendo de sus oídos. Y no la puedo distinguir aquí. Quisiera encontrarla entre esta pequeña multitud. Saber que me está observando llena quizá de sorpresa, quizá de decepción. Que viniera conmigo sólo un rato, sólo un rato y me contara en secreto qué hay ahí en el verdadero lugar donde nace la música, con los ojos oscuros y apenas abiertos, con gesto genialmente neutro para la ocasión o con esa sonrisa malévola de iluminada. Que me haga entender por fin qué hay de especial en mí. Así como la he imaginado cada vez que toco mis canciones y creo que yo también puedo soñar. Ser libre. Si es que Amy existiera… Aunque sé que no es así. Esta noche debe de ocurrir.